Esta parte del viaje quizá sea de utilidad para el lector que esté interesado en conocer una ruta alternativa al vuelo directo para cruzar de Colombia a Panamá. Como no hay mucha info en internet, procuraré ser bastante descriptivo. Se trata de la ruta Medellín – Turbo – Capurganá – Puerto Obaldía – Panamá City.
Salimos en bus de Medellín a Turbo ($25), una ciudad en la costa del Caribe en la región de Urabá. En el trayecto nos topamos con numerosos derrumbes que retrasaron un poco nuestra llegada. Pasamos la noche en una pensión “cucarachosa” ($8 la habitación doble) pero suficiente para pasar una noche “rápida” (pensión Turbo), con un bochornoso calor y esquivando algún mosquito. Nos llamó la atención el repentino cambio de tipo de población. Acá abundaba ya la población negra, signo claro de nuestra irrupción en la región caribeña.
A la mañana siguiente estábamos ya a las 6 en el “waffe” (el embarcadero local) para comprar el boleto a Capurganá. La lancha salía presuntamente a las 8:30 pero comprobamos que se trata de un horario más bien errático. Se recomienda estar pronto para tener plaza así como comprar bolsas de plástico gruesas en la ferretería de enfrente del waffe para proteger los equipajes. El trayecto a Capurganá ($20) consistió en hora y media de miedo. Al principio el mar estaba más tranquilo pero de pronto se empezó a picar y la lancha, rapidísima, iba saltando olas de tres metros y cayendo bruscamente sobre el agua que, a esas velocidades es como caer sobre cemento. Personalmente pasé mucho stress y sólo quería estar con mi mamá. Carlos mejía, un simpático colombiano que venía en la lancha, nos aconsejó antes de embarcar que intentásemos sentarnos atrás junto al fueraborda por ser los sitios más “tranquilos”… pero no sólo no lo conseguimos sino que nos tocó la proa de la lancha: el peor sitio. Además, junto a Judith se había embutido un enorme moreno que al principio nos puso las cosas difíciles en cuestión de comodidad pero que luego nos vino bien para “sujetarnos” en medio de los zarandeos de la lancha. Hicimos una paradita en un bello lugar para comer algo rápido y vaciar la vejiga y continuamos de la misma guisa tortuosa hacia Capurganá.
Como teníamos la información de que los vuelos a Panamá City desde Puerto Obaldía salían miércoles, viernes y domingo, teníamos la posibilidad -siendo entonces martes- de alcanzar Puerto Obaldía ese mismo día e intentar volar al día siguiente, algo no garantizado por el tema del cupo de vuelo.
En Capurganá, antes de ir a sellar la salida en el pasaporte en el DAS, acordamos con un barquero el trayecto a Puerto Obaldía ($25 por persona) anticípándole $10 “para gasolina”. Salir del pequeño puerto implicó una minuciosa inspección del equipaje por parte de dos policías. Cercana al puerto estaba la oficina del DAS donde nos “sellaron” la salida (una chavala con un bolígrafo… en el pasaporte se ve bien cutre). Regresamos al puerto, cambiamos los pesos a dólares y nos embarcamos otra media horita hacia Puerto Obaldía. Esta vez el trayecto se me hizo más amable.
En Puerto Obaldía nos recibió un militar que nos invitó a acudir a la policía para iniciar los trámites de entrada. Se supone que todo viajero que cruce a Panamá debe cumplir como mínimo estos tres requisitos:
-Cartilla de vacunación contra la fiebre amarilla en regla
-Posesión de al menos $500 en efectivo (si eres colombiano, demostrar una bolsa de $1000)
-Billete internacional de salida al país de origen
Pues bien, ninguno de los dos últimos requisitos los cumplíamos. Apenas teníamos $200 y por supuesto, como nuestra intención era alcanzar Costa Rica por tierra, no teníamos ningún billete. Pero al agente de aduana parece que le bastó que le contáramos que nuestro billete de vuelo era electrónico y no lo habíamos impreso aún y que no teníamos efectivo pero sí tarjetas de crédito. Nos pasaron un perrito por los equipajes y nos mandaron a migraciones, donde un áspero empleado nos selló la entrada. Justo al ladito estaba la pensión Cande donde pasamos la noche y cenamos los dos por $18 en total. En Puerto Obaldía no hay nada que ver. Como mucho la pista de aterrizaje que es un montón de asfalto mal tirado desde la playa pueblo adentro. Ojo con hacer fotos, los militares de la zona son muy suceptibles (bah, yo hice un montón). Como llegamos pasada la hora en que hacían comidas, nos rematamos el resto de los 2Kg de maracuyás que nos compraron en Titiriví echados en hamacas en absoluto relax.
Lo del vuelo lo solucionamos así: nos dijeron que cupo para el día siguiente no había (ni para ningún vuelo hasta el 13 de diciembre), pero que siempre dicen eso porque tienen prioridad las reservas que se hacen desde Panamá City o por teléfono e internet. Si de ahí sobran, uno sólo lo sabe poco antes de que llegue el vuelo por lo que lo recomendable es, como nos indicó un señor del pueblo, preparar el equipaje y llevarlo a la oficina donde dan cupo y sentarse sobre tu mochila junto al escritorio con cara de que te quieres largar de allí. Al final, según cuentan y según nuestra experiencia, siempre hay cupo. De alguna forma nadie se quiere quedar allí.
Lo realmente seguro es comprar el billete por internet pero esta ruta es imprevisible y uno no sabe nunca si va a tener plaza en Turbo para ir a Capurganá o si va a haber mar gruesa y no se puede viajar. Nosotros no queríamos arriesgarnos a comprar un vuelo que luego no pudiéramos tomar aunque eso implicara arriesgarse a quedarse más de la cuenta en Puerto Obaldía. Pero si tienes plata y tiempo, vale la pena quedarse uno o dos días en Capurganá… a nosotros nos salió el día feo así que tiramos directos a Puerto Obaldía.
La avioneta de Aeroperlas llegó puntualmente y nos llevó en un vuelo algo movidillo a Panamá City. Pagamos el vuelo al llegar ($69) y nos costó como dos horas superar los trámites de ingreso (registros, entrevistas y demás) pero al final no hubo ningún problema. a destacar: el argentino Adrián que le había comprado a la anciana regente de la pensión de Puerto Obaldía una boya de vidrio de las que usaban los barcos antiguos: una bola de cristal verde grueso cubierta por una malla que pensaba vender en Panama City para financiarse el resto de su travesía hasta México. Y mencionar también el anónimo joven colombiano con quien compartimos parte del trayecto y que tuvo problemas para entrar en panamá por los estúpidos prejuicios del agente de migraciones que, además de desagradable, demostró ser un CAPULLO (le pidió pasado judicial, le dijo que si quería ver el canal que mirase la foto que había en la oficina y se volviese a su país, que qué narices iba a hacer en Panamá, que mejor que se volviera…).
Dieser Teil der Reise ist vielleicht interessant für diejenigen, die an einer alternativen Reiseroute (statt einem Direktflug von medellin nach Panama) interessiert sind. Da es im internet kaum Onformationen hierüber gibt, werden wir das etwas ausführlicher beschreiben. Es handelt sich um folgende Strecke: Medellín – Turbo – Capurganá – Puerto Obaldía – Panamá City. Wir verlieszen Medellin mit dem Bus nach Turbo ($25), eine Stadt an der Karibikküste in der Region Urubá. Auf dieser Strecke mussten wir an sehr vielen Lawinenresten vorbei, so dass der Bus unglaublich langsam fahren musste. Wir schliefen in einer schmierigen Pension voller Kakalaken, Mücken, Mäusen und anderem Getier – eklig, aber nur für eine Nacht… Die Bevölkerung Kolumbiens in diesem Teil des Landes ist völlig anders als die Städter. Plötzlich waren alle schwarz und wir fühlten den Rhythmus der Karibik… Am nächsten Morgen waren wir schon um 6:hh h am Hafen, um unser Ticket nach Capurganá zu kaufen. Das Boot sollte offiziell um 8:30 losfahren, und da immer viele Leute fahren wollen, muss man sein Ticket früh kaufen. Diese Abfahrtszeit stellte sich aber eher als grobe Orientierung heraus… Es ist aber trotzdem immer besser frü zu kommen, das Ticket zu kaufen und das Gepäck in Plastiktüten zu wickeln, damit sie nicht völlig durchnässt ankommen. Der Weg von Turbo nach Capurganá ($20) bestand aus anderthalb Stunden Lebensangst. Am Anfang, als das Meer noch ruhig war, erschien es uns noch ganz lustig, durchgeschüttelt zu werden (besser als jede Wildwasserbahn!!), aber als der Himmel immer dunkler und die Wellen immer höher wurden, bekam besonders gabriel immer mehr Angst. (Er sasz da wie ein Häuflein Elend und sagte: “Ich will zu meiner Mama”…) Wenn so ein Boot auf eine vier Meter hohe Welle fährt und dann am anderen Ende der Welle wie ein Stein auf¨s Wasser kracht, ist das unglaublich schmerzhaft… Carlos Mejía, ein netter Mitreisender, hatte uns vor der Abfahrt empfohlen, uns möglichst nach ganz hinten zu setzen, da es dort nicht ganz so schmerzhaft ist, aber da wir eben nicht ganz so gut sind im dreist vordrängeln, saszen wir an Ende ganz vorne… Dazu kam noch, dass sich plötzlich ein unglaublich fetter Mann “neben” mich (Judith) setzte. Er sasz eher auf mir, un bei jedem Aufprall nach den Wellen wurde ich immer platter, wie ein Pfannkuchen. Als wir endlich in Capurganá ankamen, gingen wir nur kurz zu den Grenzbeamten, die uns HANDSCHRIFTLICH die Ausfahrt aus dem Land in den Pass schrieben und stiegen dann in das nächste kleine Boot nach Puerto Obaldía, um die Tortur an einem Tag zu beenden und nicht am nächsten morgen nochmal los zu müssen. Um vom Steg ins Dorf zu dürfen, wurde unser Gepäck minuziös durchsucht, und wir mussten ALLES auspacken… Aber naja, danach durften wir es wieder einpacken und es gab kein weiteres Problem.Da wir wussten, dass es nur Mittwochs Freitags und Sonntags Flüge von Puerto Obaldïa nach Panama gibt, hofften wir darauf, an nächsten Tag (Mittwoch) fliegen zu können. (Da wir noch keine Tickets hatten, war gar nicht klar, ob wir fliegen konnten…) In Puerto Obaldía wurden wir von einem Soldaten begrüszt, der uns darauf aufmerksam machte, dass unser erster Weg der zur Polizei sei. Jeder Reisende, der nach Panama möchte, muss folgende Bedingungen erfüllen: – Gelbfieberimpfung – Mindestens 500 $ in bar pro Person (Kolumbianer 1000$) – Internationales Ausreiseflugticket in dein HeimatlandSo weit so gut. Wir erfüllten nur eine dieser Bedingungen: Gelbfieberimpfung. An Geld hatten wir nur 200$ für beide zusammen dabei und ein Ticket nach Deutschland oder Spanien hatten wir nicht, da wir ja noch weiter hoch wollten. Aber wir hatten Glück: Wir behaupteten, wir hätten ein E-Ticket, das wir erst in Panama City ausdrucken wollten, weil wir Angst hatten, es könnte durchweicht werden. Wegen des Geldes sagten wir wir hätten Kreditkarten und reisten ungerne mit so viel Bargeld… Wurde beides akzeptiert – wir mussten die Kreditkarten nicthmal vorzeigen. Da wir so viel Gepäck hatten, wurde nicth alles auseinander genommen, sondern nur ein Spürhund geholt, der alles beschnüffelte und besabberte. Danach ging es weiter zum Migrationsbüro, wo ein unglaublich trockener Beamte und etwas mürrisch einen Stempel in den Pass verpasste – wir hatten es geschafft!! Wir schliefen in der einzigen Psneion des Ortes: pensión Cande. In Puerto Obaldía giba es nichos zu tun oder zu sehen. Das Interessanteste ist der “Flughafen” eine löchrige Piste direkt am Strand (aber Vorsicht beim Fotos machen! Man darf keine Militars fotografieren und auch nicht in Richtung Berge, denn dort ist auch irgendwo eine Militärstation!)Da wir nachmittags ankamen, gab es im ganzen Dorf kein Mittagessen mehr und wir mussten uns mit dem Rest der 2kg. Maracuyas begnügen, die Andres uns in Medellín geschenkt hatte. Wir legten uns in die Hängematten hinterm Haus und ruhten uns aus…Die Sache mit dem Flug ist auch noch so eine geschichte für sich: Als wir ankamen, wurde uns mitgelteilt, dass es für den tag danach schon keine Plätze mehr gebe und für Freitag und Sonntag auch nicht. Der nächste Freie Platz war für den 13.12. 2007. Wir dachten schon, dass wir dort jetzt irgendwie bleiben und ohne Geld auskommen müssten, denn die 200 Dolar waren ja für den Flug gedacht… Aber nach ein paar Stunden stellte sich heraus, dass es doch noch eine Chance gab: 10 der 20 Flugtickets werden per Internet oder Telefon von Panama City aus verkauft. Erst 2 Stunden vor dem Flug wird von dort aus das ok gegeben, dass die restlichen Tickets im Dorf verkauft werden können. Aber wenn man einen dieser Flüge haben will, packt man am besten früh morgens sein gepäck und setzt sich neben den Schreibtisch der Frau im “Reisebüro” (eine Art Garage). Am Ende hatten wir Glück und durften mitfliegen! Das Flugzeig von Aeroperlas kameinigermaszen pünktlich um 11:30 an und bracote uns in einem etwas holprigen Flug nach Panama City. Einmal dort angekommen, verbrachten wir insgesamt 2 Stunden damit, von einer Kontrolle zur anderen geschleust zu werden: Durchsuchung, Registrierung aller Daten mit Fingerabdruck und allem drum und dran, Interviews usw. Aber am Ende war alles nicht so schlimm – zumindest für uns.
Ein junger Kolumbianer, der mit uns reiste wurde immer doppelt und dreifach auseinander genommen. Schon in Puerto Obaldía machten sie ihm das Leben schwer und behandelten ihn unglaublich mies (“Willst du den Panamakanal sehen?” – “Ja, unter anderem” – “dann guck mal (zeigt ihm ein Poster). Jetzt hast du ihn ja gesehen und kannst in dein Land zurück gehen”). Schrecklich – in Panama haben Kolumbianer einen unglaublich schlechten Ruf!! Und der arme Kerl wollte nur seine Freunde besuchen…